La luz de la sierra madrileña
ha cautivado a los dueños de esta casa,
pretenden retenerla entre sus
muros,
llenar con ella de alegría y color cada uno de sus rincones.
El primer paso será reconvertir los
espacios. La “piel” de la casa
se dejará como está.
Aumentar la altura de los espacios
resulta inviable por motivos estructurales.
Por eso, se decide pintar de blanco
los techos y lograr mayor sensación de amplitud.
La cocina, el comedor y el salón se consideran el corazón de la casa.
Por eso el primer paso es abrir la cocina a los demás.
Las mamparas acristaladas sirven de división y a la vez de elemento integrador entre las tres zonas.
Como podemos apreciar en las imágenes, los tres
ambientes se comunican visualmente a través de grandes cristaleras de
cuarterones lacados en blanco.
Se modifica la distribución de la vivienda para conseguir una solución mas cómoda, práctica y desahogada.
Algunos toques de acero y electrodomésticos con aire clásico, pero de última
generación, no hacen sino confirmar que lo de ayer y lo de hoy no solo pueden
convivir armónicamente, sino que hacen la pareja perfecta.
Proyecto (En curso): Aip